El circo mezcla arte y trabajo, muchas veces conformado por una empresa familiar tradicional desde sus ancestros. Era y es la magia que comienza cuando los altavoces y los carromatos pasan en desfile avisando que “solo por tres días” pasen a ver el mejor circo del mundo….
Magia que nos hace correr a la puerta para ver si tienen tigres, leones. Cuántos artistas son. Si vienen payasos, saltimbanquis, equilibristas, magos, trapecistas, o las máquinas diabólicas que giran vertiginosas en el globo de la muerte….
Ni hablar de la emoción de haber sido testigos privilegiados del armado de esa tienda enorme, a la que se ansiaba entrar para ver si era cierto lo de la mujer barbuda, en el baldío de Libertad, Rivadavia y Antártida Argentina.
Grandes carpas totalmente de lona, con sillas de madera. El palco, pequeñas divisiones pegadas a la pista con cuatro preferenciales lugares, desde donde se podía respirar el aliento de los leones. La pista generalmente era viruta.
El circo criollo era aquel que tenía pista y escenario o primera y segunda parte. La primera parte es aquella que se desarrollaba en el picadero, en donde se desplegaban las habilidades, los números de trapecio, contorsiones y la infaltable pareja cómica "tony y payaso o clown". La segunda parte es la de actuación (el drama criollo, donde los payasos parodiaban a los gauchos). Los Podestá fueron los pioneros del circo criollo. Ellos crearon la "segunda parte" con pantomima gauchesca. El primer y más famoso drama es el titulado "Juan Moreira".
Precisamente se representaba esta obra en el predio de la calle Libertad, con muebles prestados por los vecinos y para los papeles secundarios se contrataban personas del pueblo que se iban a ofrecer.
Un conocido vecino actuaba de soldado que debía luchar con Juan Moreira y perder la pelea hasta caer muerto.
Sucedió que un grupo de amigos fue a verlo. Al cruzarse los sables en la pista, comenzaron a alentarlo, cosa que envalentonó al cañuelense que no se dio por vencido jamás, propinado una flor de paliza al primer actor entre los aplausos y gritos de los presentes.
Otros clásicos que no por repetidos y simples nos aburrieran sino todo lo contrario, eran las ruidosas cachetadas con sombreros que volaban, o el “aquí no se puede tocar “o la incomparable actuación de los payasos Coma y Beba, que escribían la desopilante carta a una enamorada.
Los trapecistas en sus hamacas, que hacían sus piruetas con una cama elástica como toda protección de la caída cortaban la respiración en sus idas y vueltas. Una vez vi caer a uno de ellos…. la función continuó. Al finalizar la misma, un maltrecho trapecista salió a saludar al angustiado público.
También recuerdo el famoso el Oso Luchador Bongo. Era un animal de gran porte, que por supuesto sufría transformaciones para actuar en la pista (para manejar a los osos se les coloca un aro y una cadena de hierro que les perfora la nariz y el labio) pero eso el público no lo sabe. El domador, tiraba de la cadena o se la aflojaba de acuerdo a la fuerza que quisiera dejarle libre al animal y entonces, el atrevido contrincante rodaba por el suelo, junto con las promesas que hacía el presentador de ganarse unos buenos pesos.
Un conocido vecino de Cañuelas fue el único que pudo vencerlo (o soportar sus garras envueltas en guantes) en el tiempo previsto. Muchos probaron envalentonados y arrojados al suelo de la jaula sin miramientos.
El Circo Mejicano Veracruz que estuvo en Cañuelas por los años setenta tuvo un gran payaso que vive aún en Cañuelas: Pino Ivanovich, conocido como Panqueque. Inmejorable en su recitado: pobre… y triste payaso….
Otro gran vecino de nuestro pueblo, un hombre maravilloso Esteban Fantino se vestía de payaso con otros amigos en sus horas libres de trabajo (Raulito Pelorosso, Tito Abdo, Daniel Girotti, Betty Barcia) para actuar a beneficio para los chicos, jugó a entrar a la jaula con el Oso Luchador Bongo.
Claro, nadie sabía que le iban a cerrar la puerta y aflojar la cadena del oso.
¡Amigo del alma, que susto nos pegamos viendo cómo el oso se te iba encima y vos, vestido de payaso trepabas rápidamente las paredes de la jaula para escapar!
Todos aplaudían creyendo ver una actuación magnífica. Sólo unos cuantos perdimos el aliento esa noche.
El circo….para muchos, un icono de una época que lentamente se va diluyendo con nuestra infancia. Para los más pequeños, por más cibernautas que sean, el milagro sigue vigente. |